ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 48

Venezuela se estrena con su primer pabellón propio dentro de una Exposición Universal en París, 1889, fecha en que se decide conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. Aunque estrictamente se ubica en el período presidencial del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, la realización está inscrita dentro de las actividades que Antonio Guzmán Blanco preservó para sí una vez dejó la presidencia de Venezuela en 1888 después de ejercerla por tercera vez. No en balde, siendo aún primer mandatario, Guzmán se había encargado de supervisar la participación del país en la muestra internacional que se organizaría en la “ciudad luz” garantizando que, dejado el cargo, se le nombrara Ministro Plenipotenciario de la nación ante Francia.
No escapó a la influencia del Ilustre Americano ni la selección del arquitecto, ni la programación espacial, ni la escogencia de los productos que en el pabellón debían ser expuestos, dándose inicio así a una saga de piezas diseñadas por arquitectos extranjeros que tenían la responsabilidad de representarnos ante el mundo.
Para la época, París, que ya contaba con 2,8 millones de habitantes, era el árbitro del progreso, y ejemplo de la cultura moderna y la política. No es casual que sea en aquella exposición del 89 donde se muestren los más relevantes avances técnicos ligados al uso de nuevos materiales, siguiéndose así con la secuela impuesta por el Palacio de Cristal de 1851.
Los países latinoamericanos realizaron ingentes gastos para presentarse y, en particular, Venezuela dispuso de US $46.000, dinero que fue parcialmente invertido en la construcción de su pabellón de 450 m2 que ocupa una superficie 600 m2 (incluidos sus jardines), situado en la zona de los Campos de Marte frente a la imponente Torre de 300 metros proyectada por Eiffel y cerca de las representaciones de Argentina, Brasil, México y Bolivia.
Al igual que otros países de nuestro continente, el pabellón nacional es proyectado por un arquitecto francés. En nuestro caso sería Edmond-Jean-Baptiste Paulin, egresado de la Escuela de Bellas Artes, el encargado de traducir en un objeto habitable rasgos que pudieran considerarse propios de la identidad nacional.

1. Imagen del sector de la Exposición Universal de Paris, 1889, donde se ubicaba el Pabellón Venezolano

Según se recoge de la prensa y crónicas de la época, el edificio proyectado por Paulin, de planta cuadrada con patio interno y un piso de altura, presenta una fachada en estilo ecléctico, con una mezcla de elementos neoclásicos y barrocos, relieves e inscripciones sobre la entrada principal en torno al Escudo de Armas de la nación y una balaustrada en el nivel superior. Rompe la simetría de la fachada una torre de dos cuerpos rematada por una cúpula bulbosa de reminiscencia islámica ubicada en el costado izquierdo y un cuerpo circular en madera del lado derecho. Sin embargo, en medio de este despliegue expresivo, es curioso notar cómo, dentro del espíritu historicista dominante en la arquitectura académica de entonces, ese arquitecto extranjero haya recurrido al barroco, estilo propio de la producción arquitectónica en la España imperial y sus antiguas colonias de América, poco valorizado por los historiadores de entonces, para poner en evidencia los nexos con el pasado hispánico del país recurriendo, en particular, al uso de elementos decorativos del llamado estilo “churrigueresco”, un movimiento del cual nunca existieron testimonios construidos en Venezuela. Un claro gesto de ruptura con la “leyenda negra” que hasta entonces pesaba en contra del pasado colonial español dentro de la conducta político-cultural de nuestra recién emancipada república.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal y 1. Library of Congress. Washington, DC. (https://twitter.com/gfdevenezuela/status/908480668484751360)

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